Entonces...
el suave viento lo besó, sintió la proximidad del más bello destino. Esta vez supo que no debía apresurarse. Sin más se dejó ir y en sutil armonía recorrió su rostro de luz, su rostro de noche... Manos y fuegos, la hermandad sostenida en plena danza... "Lo que perdemos lo volvemos a amar". Los vaivenes de sus ojos... Las respuestas milenarias. Las rayuelas... El mundo debatiéndose entre crepúsculos... Y entonces la esperanza, ese bichito que parpadea de soslayo, amontonando toda su humanidad en un rincón, cantando desde el borravino sorbo hacia la textura del aire compartido... Humanas manos alando almas en aras del sol, 'la suma en pos de la musa' la magia, allí donde la vida comienza...
las puertas, las ventanas, los espejos...
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