Una herida roja

Miraba con cuidada emoción su reflejo... Todo coincidía: su cabello, en el dibujo de la ceja izquierda, apenas apoyada sobre el párpado mudo (interrogativo); adjunto a esos ojos negros (pupilas ocultas) que tan cómplices como sus manos, dibujaban el contorno de la entraña bravura...
Se pincharon los labios, estaban resecos, solo la fibra delgada de su piel amordazaba la angustia...
Y una pequeña flor, una herida roja, sostuvo marchita la mueca hostil del desamparo...
0 comentarios